lunes, 27 de abril de 2009

cerditosmalcriados.blogspot.com

este es mi nuevo intento literario, esta vez en prosa. Invitados los kung fu virtuales.

lunes, 26 de enero de 2009

Un hombre, una mujer y un gato

Riendo el hombre
como un niño y
como un diablo
dijo:
-¡Mire que andar asustando gatos!
-¡Le tiraría a usted
de la cola!
¡Le estrujaría
las patas!
¡Le bajaría los breteles
del protocolo!
¡Le haría el amor
hasta empalagarme
bajo el ventilador!

Y la mujer
sonrojada con esmero
pensaba:
-¡Él
que se revuelca
como un hurón entre las sábanas!
¡Él, benjamín risueño!
¡Tío chanta
que me acerca el encendedor
con un guiño
en la llama!

¡Él
se ha dado cuenta!

¡A veces
no puedo evitarlo!

Soy gato.

sábado, 24 de enero de 2009

Una princesa a 20 cuadras

En la tarde de sábado
florecen masas de colores
sobre una mesa de estilo.
La vieja y su voz de niña
presentan el té.
Micky ladra los nervios de la tarde.
Ella nos cuenta
de sus 15 años su vestido
en organza rosa,
su chal y sus zapatos
plateados hasta la osadía.
Un poco más de té.
La difunta aparece sentada
como cuando era su madre.
Fijada con spray la soberbia de dama.
El yacaré en la esquina del cuento
caza el recuerdo del padre.
Completo y seco.
Embalsamado en su gloria,
últimamente rengo.
El caniche ladra otra vez.
Perturba la muerte
de un malón de indios,
una bruja,
y de esos envidiosos golpes
en la de puerta de calle,
que callan
con un poco más
de té.

sábado, 10 de enero de 2009

el sabor del aire

En primavera
el sabor del aire
se sube a la anchura de la tierra,
por derecho propio,
despacio
expande otra gravedad,
hace jadear a las flores,
suelta ladridos como lobos,
transmuta en viento
el frescor de la tierra
que ha sido mojada
¿Cuántas cosas coherentes se pueden decir
caminando en este aire?
Realmente adentro
sintiéndolo todo
rompiendo en olas
junto a un tren,
la luz de una pantalla encendida,
la noche,
el pecado.

El título también se ignora

Cuando era niña
mi abuelo era sonriente y ciego,
en mi cuento mi mala
actuaba de madre
y pedía rescates de joyas impreciosas
¡Pero verdes!
iridiscentes, efervescentes
chispas flotantes y corriendo
como gatitos en el patio
que nos separa
con alambres de púa
de la locura de ser Fortunata.
Allí es donde se forman
las preguntas concretas
¿Qué me aleja de ese yo?
¿Moléculas? ¿Soles?
¿Un verano de nietos y abuelos
a siete mares de distancia?
¿O el pecado en la siesta?
No consigo recordar si
cuando iba por la terraza del tiempo
metiéndome en la noche podía
algo tan inmerso
como caminar bajo las estrellas
y no evaporarme.
¿Podía expandir el tiempo
que ahora encoge
como las medias?
¿Qué era de hacer la Beba
cuando algo encogía?
Primero, reír un rato
y como para darse el gusto,
al sol,
con su nariz roja
y siempre detrás de los ojos de agua.

Después… no sé.

jueves, 8 de enero de 2009

La mujer que hacía fotocopias

Como le había dicho la mujer
que hacía fotocopias:
“Todo era cuestión de cómo se lo viera.”
Por ejemplo, podía ver
que habitaba
48 metros cuadrados
en un segundo piso
por escalera o…
que vivía entre árboles
a la altura de los pájaros.
Podía cargar
generaciones llenas
de mujeres bellas
pesando sobre sus hombros.
O cerrarles los ojos en la cara
y dejarlas lejanas como deben ser.
También podría ver con sus oídos
el llanto del niño
después de la pared
y comprobar que
la paciencia había muerto
con los abuelos.
Sin querer podía encontrar
que el terror
puede tomar forma
de vecina rozagante
de muebles pulidos con recelo
de marido que fuma a sus espaldas
y cuenta a las gentes de su picardía sin sal.

Si era cuestión de ver
podría elegir no ver más
al portero de enfrente
dejar que su figura se desmadeje
en un olvido fervoroso
u optar por la visión única del Rengo
que cuando se le preguntaba:
-¿Cómo anda? Contestaba:
-Bien. Y si no
lo hacemos bien.
Y luego quemaba
desde su dentadura postiza
una sonrisa real
hasta hacerla Gloria

Podía empezar a creer
para ver
el otro día
una historia biblíca
ocurrió ante sus ojos.
En la estación
a eso de las cuatro de la tarde
una hora decente si las hay
apenas un perro
con cuatro patas cortas
arrancó la carrera
en un vértice de la espiral infinita
contra él corría
el tren que aullaba
y las vías sin curva
contra él corría
la alegoría, la metáfora
la mística
contra él corrían
los hijos de la maldición
contra Goliat corría
con cuatro patas cortas
y lo vencía.

Todo eso había descubierto hablando
con la señora de las fotocopias.
Una mujer que de tanto hacer duplicados
anhelaba los originales.

viernes, 14 de noviembre de 2008

JAJAIKUS DEL COSTUMBRISMO PERSONAL II

El pollo está baboso.
Manucho tiene moco.
La Beba ríe sin cejas.
El abuelo se muere.
Didi juega conmigo.
Estoy en la terraza naranja del sol.
Y la terraza se inclina
sobre el patio del palo borracho.
Corren los pastos
deshaciéndose en perros.
El gato negro
permanece
sin dignarse a mirarme.

El abuelo sale a tirarse un sifonazo.